Tras haber reagrupado sus magras fuerzas, Miguel Ángel Aznar viaja hasta la capital de los oceánides cumpliendo la promesa que hiciera a la princesa Ondina, aunque sus intenciones no son otras, mal que le pese a la enamorada muchacha, que las de solicitar a su padre una alianza contra el enemigo común nahumita, tal como intentara hacer con los desaparecidos ibajay.
© José Carlos Canalda 1998.
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